RED DE ARTES PLASTICAS Y VISUALES 2018

PENSAMIENTO Y PRÁCTICA CURATORIAL EN ENTORNOS COLABORATIVOS

Pensamiento y práctica curatorial en entornos colaborativos PDF

Alianza De Ambulantes – Piso Alto.

Red de Artes Plásticas y Visuales 2018.

 

Así como en 2017, Piso Alto se asoció al Museo de Antioquia para desarrollar el componente curatorial de la Red de Artes Plásticas y Visuales de la Secretaría de Cultura Ciudadana, en 2018 la alianza la hicimos con Deambulantes.

“Decidir participar en este proceso fue el resultado de encuentros con el sector de las artes plásticas y de experiencias en diversos procesos de formación artística de la ciudad como: Jornada Complementaria en Artes integradas, Red de Creación Escénica y Educación Complementaria; no obstante, lo que detonó la decisión fue el encuentro con el Consejo de Artes Plásticas y Visuales de la ciudad, donde se discutía el tema de la Red de Artes Plásticas y Visuales, se definía que los cambios en la contratación pública requerían que las entidades participantes de los procesos de asociación con el estado debían estar preparadas jurídica y financieramente; lo cual, planteaba la necesidad de generar uniones y sinergias que consiguieran integrar al sector creativo para que dicho proceso se desarrollara con las entidades del sector artístico de la ciudad y, especialmente, que fortaleciera el sector de las artes plásticas y visuales. En este encuentro participaron: El Centro Colombo Americano, Plan C, Platohedro, Piso Alto, El Puente_Lab, Génesis, De Ambulantes, Casa Tres Patios, Renovación, Museo Pedro Nel Gómez, Terrícola, Fundación Amor y Arte entre otros.

“Esta noción de escena artística de De Ambulantes está ligada a la noción de prácticas curatoriales defendida por Piso Alto que, de manera simple, tiene que ver con la investigación y puesta en escena de esos resultados, a través de diversos formatos. Este proceso ha sido un cúmulo de nacimientos, de poner en la ciudad el discurso curatorial, en territorios y en zonas que han tenido una larga trayectoria de producción simbólica, creativa y comunitaria; pero con poco pensamiento curatorial. Hemos logrado pues comenzar un proyecto de formación que no es común en espacios comunitarios o sociales.

El panorama del sector tenía muchas dudas e inquietudes sobre los procesos de contratación, la experiencia en las otras redes y el diálogo establecido puso a De Ambulantes como una entidad aliada y fue con Piso Alto que llegamos a un diálogo directo de integración de experticias para desarrollar el proyecto. Por un lado, Piso Alto y su experiencia, experticia e idoneidad en procesos curatoriales y su participación en años anteriores de la Red De Arte Plásticas y Visuales nos permitía conformar un equipo que tendría la tarea de llevar a comunidades ejercicios sociales y creativos de exploración curatorial; con el reto de desenmarañar y poner en el discurso de comunidades un término como el de curaduría, malinterpretado en el medio artístico como una forma de poder y tan incomprendido por la mayoría de las personas que desconocen su existencia.

En esta articulación entre De Ambulantes y Piso Alto, trabajamos desde los puntos comunes entre puesta en escena y curaduría; dos conceptos interrelacionados que ambas entidades han trabajado independientemente y que ahora aúnan esfuerzos, conocimiento y experiencias para llevarlos un paso adelante; soportados en el conocimiento anterior y los nuevos aprendizajes.”

Álvaro Narváez Díaz

Director De Ambulantes

 

 

 

Pensamiento

y práctica curatorial

en entornos colaborativos

 

La curaduría contemporánea en su devenir histórico se ha relacionado con la figura autoral de un lugar de conocimiento que, tiene bases sólidas para clasificar, ordenar y seleccionar. En síntesis, de juzgar qué información tiene valor para ser comunicada y cuál es la mejor forma de poner en escena dicha información. En la actualidad, esa figura de la curaduría, como lugar de poder, es constantemente rebatida. Por ello, antes de abordar los laboratorios, es importante mencionar que, nosotros nos situamos en la noción de lo curatorial de Angélica González Vásquez: un sistema de producción de conocimiento, que construye plataformas de pensamiento y los resultados van más allá del formato expositivo.

 

Un componente curatorial se asume aquí como una metodología de trabajo, en la práctica, como motor para el aprendizaje y el empoderamiento de los procesos propios. En los procesos territoriales no es viable hablar de curaduría en términos abstractos. Por el contrario, hemos encontrado una manera de aportarle realmente a los procesos culturales y sociales, que están sucediendo en las comunidades. El potencial es increíble. Las cosas que han sucedido, aunque nunca serán ideales, debido a las múltiples pequeñas barreras que encuentra, tanto por las complejidades de la ciudad como las institucionales, serán siempre maravillosas.

 

Las herramientas que se dejan instaladas no son sólo para crear, sino para contar sobre lo creado, para elaborar su propia voz, pensamiento y acción. En este proyecto hemos tomado partido por lo práctico, basado en las múltiples realidades, y nos hemos distanciado de la teoría académica. Hemos construido una metodología que permite adaptarse a las necesidades propias de cada proyecto o proceso, para convertirse en una potente herramienta que se pone al servicio del fortalecimiento integral de la ciudadanía.

 

¿Quién se hubiera imaginado que un componente

curatorial alguna vez podría ser parte de la Red

de Artes Plásticas y Visuales?

Asumimos la curaduría como una plataforma comunicativa, reflexiva, colaborativa y  visibilizadora, desde la cual se pueden poner en común diferentes fenómenos. Las prácticas curatoriales permiten que, algunos ejercicios sirvan de excusa para un encuentro dialógico, donde se comparten ideas e intereses. Delegando la responsabilidad “autoral” a un asunto más compresivo y horizontal, privilegiando procesos, discusiones, asociaciones. Son herramientas, formas de acercarse al entorno y miradas diversas a realidades comunes.

 

De la propuesta técnica

a la realidad del proyecto

Como se planteó desde la propuesta técnica y, a medida que avanzamos en el proceso, afianzamos la importancia de la curaduría para los procesos sociales y culturales comunitarios. Hemos desarrollado metodologías propias que, se van adaptando a cada territorio, van fortaleciendo el campo curatorial y, especialmente, ampliando sus posibilidades. Esto es lo que más nos enorgullece. Aún lejos de ser ideal, nunca nada lo es. Aún más, en procesos con tantos interlocutores y en territorios con sus propias complejidades, este proyecto ha tenido aciertos importantes y se proyecta con un gran potencial de brindar herramientas, para que los procesos comunitarios aterricen sus ideas en formatos concretos de comunicación a otros: Entre ellos la exposición, con sentido completo, con un proceso trabajado, con metodologías de acompañamiento, que tienen un resultado concreto. En el hacer curatorial ese resultado generalmente se mira como el todo y en este caso no lo es. El proceso es tanto o más importante que el resultado y el resultado es la concreción de los esfuerzos, donde se pueden ver las dificultades presentadas de manera clara. Todos los retos del interrelacionamiento con las casas de cultura y los grupos con quienes trabajamos, se evidencian.

La noción de curaduría que aplicamos para estos laboratorios es más cercana a lo curatorial que a la curaduría en sí misma. Es así, como lo curatorial se refiere a un sistema de producción de conocimiento que no se limita a la verdad o a la autoridad del curador e incluye actividades tales como hablar, dialogar, leer, caminar e investigar. Los resultados pueden ser publicaciones, festivales, puestas en escena, programas de radio, etc. Mientras que la curaduría se refiere a la acción de curar exposiciones, porque el principal producto de la actividad del curador es la exposición: Éste se dedica a la construcción de un argumento que relaciona, dentro de un dispositivo espacial, una selección de objetos.

Desde el principio, y a lo largo del proceso, diseñamos varios formatos metodológicos que, permitieron brindar herramientas tanto a formadores como inscritos en los laboratorios y sirvieron para mantener coherencia en el proyecto de principio a fin.

Nuestra estrategia fue identificar procesos sociales y culturales ya constituidos en la ciudad, para con ellos usar dichas metodologías curatoriales en pro de la comunicación efectiva de sus procesos. Para esta identificación, primero recurrimos a los aliados asignados, los equipamientos urbanos. Para los 10 asignados (8 casas de cultura, el Teatro Lido y la Unidad de Vida Articulada -UVA- Sol de Oriente), se diseñó una estrategia que consistió en un primer acercamiento, con la intención de socializarles el inicio de actividades de la Red de Artes Plásticas y Visuales y, especialmente, el funcionamiento de sus cuatro procesos, con particular interés en nuestro proceso a cargo: los ejercicios creativos y sociales de exploración curatorial.

La promesa: Asumimos la curaduría como una plataforma comunicativa, reflexiva, colaborativa y visibilizadora.

Los pivotes: La curaduría en tanto plataforma comunicativa, la desarrollamos como etodología. Brindamos herramientas para aterrizar las ideas y para unir coherentemente procesos y objetos.

Los tropiezos: Cada uno de los 10 laboratorios tuvo sus propias particularidades, lo que hizo que, procesos que parecían más tradicionales y, aparentemente más fáciles de desarrollar, tomaran otros rumbos más relacionales y colaborativos, y viceversa. Algunos procesos que nacieron con ideas amplias terminaron en muestras expositivas más tradicionales. Esto permite concluir que una cosa es la idea y otra el desarrollo de ésta. Es justo en este espacio entre ambas donde se enriquece el proceso completo.

La promesa: ¿Cómo pensamos la curaduría comunitaria? En las propuestas que involucran y buscan fortalecer comunidades específicas, es importante ubicarse en el territorio y en el contexto específico; entender las márgenes y periferias como lugares que tienen sus propias necesidades, desde donde surgen sus propias soluciones que reclaman sus derechos. Son sus propios centros, ninguna forma de pensamiento centralizada afecta, realmente en lo profundo, a las comunidades periféricas. Estar en Medellín y sus barrios, más arriba en la colina representan varias márgenes que se deben superar, desde el autorreconocimiento. Por eso, el apellido de comunitaria habla de una disciplina tradicionalmente centralizada, que otorga al que se nombra curador(a), un lugar de poder frente a la materia curada. Para nosotros ese lugar del discurso se mueve a partir de estrategias de creación colectiva, construcciones de identidades propias y de nuevo, fundamentalmente, desde el autoconocimiento.

Los pivotes: Lo que se entiende por comunidad, según quien lo interprete, hace que el acercamiento a los territorios y sus procesos varíe. La comunidad en teoría es una cosa y las comunidades en sus realidades son otra. La comunidad no es algo uniforme, maleable, moldeable, es todo lo contrario, es una fuerza difícil de asir. Aun así, hay características comunes de algunos territorios que son más visibles que otras. Y aquellas que van en contravía de lo ya conocido son, no sólo mas invisibles, sino más difíciles de visibilizar. El pivote está en trabajar con lo que es posible, con lo que hay, mucho o poco, pero con coherencia, haciendo énfasis en lo comunitario, entendido como lo colaborativo y desde la articulación.

Los tropiezos: Hablar de curaduría de por sí es complejo dentro del mismo campo artístico. Ahora en procesos sociales y culturales es aún más. Y es por esto que, esta dificultad hay que sortearla, no cambiando el nombre a algo más entendible, sino entregando un nuevo glosario a las comunidades. A medida que los laboratorios se desarrollaban, ver que los inscritos ya incorporaban algunos de los términos curatoriales fue para nosotros un logro.

La promesa: Grupo poblacional. Personas entre 16 y 26 años con intereses territoriales, culturales, sociales, académicos o artísticos. Colectivos, grupos de interés, clubes, iniciativas comunitarias, artistas, gestores y otros actores difíciles de enmarcar dentro de una acción o disciplina.

Los pivotes: Tenemos claro que para los procesos de exploración curatorial que proponemos, es necesario tener ya un pensamiento más desarrollado y, es por lo que, trabajar con adolescentes mayores de 16 y jóvenes hasta 26 es un buen rango. La realidad nos permitió ver que mientras haya diversidad generacional en el grupo, podemos incluir personas menores y mayores a estos rangos, enriqueciendo los procesos.

Los tropiezos: Este rango de edad asignado es complejo si se trata de convocatoria abierta, pero si se trabaja con procesos ya en marcha funciona muy bien.

La promesa: Las muestras finales se diseñan con la perspectiva de aplicar diferentes usos del espacio, en las modalidades trabajadas, acoplando el “discurso” curatorial a estas diferentes manifestaciones del espacio y en pro de la diversificación de audiencias y la formación de públicos. Es importante definir el espacio de trabajo, no como un aula o lugar, sino como el entorno, con los vecinos, el comercio, los tránsitos, los lugares, las memorias, por lo que el concepto de exhibición se amplía para habitar de otras maneras y con diferentes temporalidades estos contextos.

Los pivotes: No las llamamos exposición, ni muestra final, sino muestras de procesos, que tomaron la forma de festivales, recorridos, activaciones y, en algunos casos, de exposiciones parciales o de procesos más que de resultados.

Los tropiezos: La exposición tradicional y aún las muestras de procesos en todas las versiones que incluimos, tienen unos requerimientos técnicos que las casas de cultura asignadas no cumplen completamente. Precisamente porque se trata de procesos comunitarios y son tan importantes como los espacios que dignifican.

 

Algunos aspectos clave

del proceso

y cómo los entendemos

en su realidad

y en su potencial

 

El tiempo

La idea del tiempo de este proyecto se puede entender más bien como tiempos. El primero al que haré referencia es el tiempo de convocatoria. Este puede ser pensado de tres maneras: es muy corto para tener los inscritos suficientes según el contrato, o es muy largo si la lógica es de convocatoria permanente puesto que se sabe por la experiencia de años anteriores que sostener un mismo inscrito durante la totalidad del año (o del contrato) no es real, o tercero porque quizá la lógica no debería ser esa, sino una adaptable al territorio mismo, a las  personas mismas, a las circunstancias mismas.

 

El espacio

El convenio asigna unos espacios para desarrollar los laboratorios, en este caso tuvimos 8 casas de cultura, el Teatro Lido y la Unidad de Vida Articulada -UVA- Sol de Oriente. Como es de conocimiento público todos estos equipamientos tienen características físicas muy distintas y su uso y apropiación se hace de maneras diversas. De todos los espacios, el único con una sala de exposiciones diseñada para ello es la Casa de Cultura Pedregal. Hay algunos con espacios, aunque no ideales, pero si funcionales, como es el caso de La Casa de Cultura Los Alcázares que tiene un salón múltiple. Los otros espacios no tienen condiciones para las actividades expositivas, como es el caso específico de la UVA Sol de Oriente.

 

El discurso

Nuestro discurso es la articulación a procesos culturales y sociales ya en desarrollo. La realidad de éste es que, en algunos casos no fue posible y se trabajó por convocatoria abierta, que hizo más complejo tener un desarrollo al ritmo de los tiempos del contrato.

 

Lo colaborativo y sus

múltiples interlocutores

Lo curatorial en entornos colaborativos es nuestro enfoque. Lo cierto es que este proceso, más que colaboradores tiene interlocutores que, difícilmente se comunican con coherencia, desde coordinaciones de casas de cultura, operadores, intermediarios o consultorías. Es necesario  una articulación más horizontal, con entendimiento de cada uno de los roles en pro de un proceso más fluido.

 

¿Y los entornos colaborativos?

Las prácticas colaborativas se han popularizado globalmente en los últimos años. Van desde la idea de “coworking” (espacio de trabajos y creación compartidos) al “carsharing” (compartir el auto con personas que tengan tu misma ruta). Estos son ejemplos cotidianos de ejercicios que, en el fondo, son una respuesta a los sistemas económicos y sociales que enrutan la dinámica global. En el campo artístico también se han asumido desde la resistencia, desde la precariedad de los entornos culturales y una visión del mundo más colectiva. Partimos de ahí para posibilitar la integración en contextos pequeños: Una casa de cultura, un colectivo artístico, un barrio, una comuna, propendemos por el pensamiento horizontal, y aplicamos lo curatorial como un sistema que posibilita integrar diferentes voces y construir un discurso sólido que, refleje a cada participante del proyecto. Pensar en formas de trabajo colaborativo es básicamente pensar en estrategias de sostenibilidad ambiental, desligadas del individualismo y con espacios que propician la interacción entre seres humanos. Para ello, hemos identificado ciertas guías y principios que posibilitan la consolidación de los entornos colaborativos, que incluyen problemáticas relacionadas con el contexto cercano, la puesta en común de expresiones individuales, la lluvia de ideas, los esquemas de palabras, las conexiones de intereses, el pensamiento visual, todos hacemos, todos enseñamos, todos aprendemos, el trabajo por proyectos, la construcción colectiva, la modificación de espacios, el juego de roles, la gestión vecinal y barrial.

 

Adriana Rios Monsalve

Alexander Giraldo Jaramillo